miércoles, 16 de marzo de 2011


A 3horas vista de mi cumpleaños, es el momento de sentarnos y hablar con claridad, honestidad y sinceridad de todo aquello que hemos callado hasta el momento.

Hace un año pedí pizzas para celebrarlo, más tarde me di cuenta de que un amigo de verdad deja a medias una partida de cualquier juego por ir a pasear y a llorar contigo, un millón de cafés después nos fuimos a Londres.

En la otra orilla de mi corazón la culpabilidad no me dejaba avanzar, ¡Caray! Qué idiotas somos cuando por amor(¿por qué lo llaman amor cuando quieres decir sexo? Y, permítanmelo, sexo del malo)dejamos de lado una amistad tan bonita. Y como el café esta vez no fue suficiente, echamos mano de los mojitos, buena elección, querida amiga. ¿sabes una cosa? a veces pienso que eres la única.

Hace un año pensaba que el dolor no dejaría espacio para algo más que no fuera la superficialidad, hablaba de mujeres, de muchas mujeres a las que potencialmente podría tener. Si bien, apenas había pasado un mes y ya sabía quién volvería a llenar mis noches de suspiros y caricias. No fue fácil convertir ese sueño en realidad, de hecho, y a riesgo de sonar presuntuosa, nunca antes me había resultado tan complicado llegarle al corazón a una mujer, quizas porque aquellas anteriores eran de las que lo fácil es llegar a la entrepierna. Bien, en este caso hice uso de un arma infalible, estaba claro que no me valían ni cafés, ni mojitos, ni nada líquido, necesitaba algo más sólido, pero tampoco algo pesado, quería algo que flotara por encima de las nubes, en el cielo... ¡Tarta de limón con merengue caramelizado! Irresistible.

Afortunadamente tengo miles de momentos más: con el resto de mis amigos, en clase, tomando cervezas con Sara (aaay!cuánto te adoro!!!), incluso disfrutando de un tarde a solas en casa. Hay a quien le cuesta creérselo, pero sí, soy feliz, y no puedo pedir nada más. (bueno...esto no significa que no se acepten regalos, serán bienvenidos!)