sábado, 10 de julio de 2010

Mudanzas...

Hacer las maletas siempre se me ha dado bien, sé seleccionar lo que necesito y lo que no. Pero una mudanza es diferente, porque además de necesitar un grado de resistencia física y mental de niveles astronómicos, también se precisa una gran capacidad de abstracción, de tal forma que los recuerdos y la melancolía no se escabullan entre las cajas.

Yo nunca he sabido llegar a ese punto sin que se me escapen un par de lágrimas, de alguna manera siento un apego especial por los lugares en los que he vivido por algún tiempo, me apena pensar que no volveré a estar en aquel lugar en el que tantas veces hice el amor, o en el que tantas otras le abrí la puerta a mis amigos.

En este caso no soy yo la que se muda, y sin embargo me ha resultado enevitable ponerme algo melancólica. Hoy se mudaba mi mejor amiga, y es curioso porque a priori era un plan horrible ayudarla a cargar cajas y, sin embargo, ha resultado algo así como un punto de inflexión, como el final de temporada de "Friends" o "HIMYM", y allí estábamos, caras nuevas y las de siempre.

Sólo espero no olvidar los momentos que viví en esa casa, aunque ya no vuelva a entrar en ella.


Me quedo con las noches en las que cenábamos algo no muy saludable, acompañado por litros de alcohol mientras cantábamos cualquier cosa que nos animara hasta la hora de salir; llegábamos a las tantas y me quedaba a dormir en el sofá. Gracias.

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