domingo, 16 de mayo de 2010

El Otro Lado

Un viernes cualquiera, una noche de vicio. Reencuentro con pasiones olvidadas de mano de la coautora de este espacio. La esperanza de recuperar un viejo y bonito hábito universitario... la fiesta.
No se muy bien si el comienzo es bueno o malo pero en cualquier caso no es especial, vuelta de reconocimiento y elaboración de la estrategia. Copas baratas en el Monkey. Una pareja de pin-ups nos empuja a pensar que la noche promete y no nos cuesta creerlo así que decidimos dejarnos llevar por la corriente y entrar en el sitio donde la hiel se convirtió en miel, donde un lugar llamado “El Otro” ocupa un hueco que parece prestado. No se si hay luna, no se si me importa, lo único que sé es que con la visión del cantante de rodillas sobre la barra interpretando rock me embarga un júbilo olvidado hace tiempo; el romanticismo estridente de la guitarra eléctrica y la voz rota. Un bar que se ha ganado mi corazón y mi respeto, y que espero no sea arrollado por las modas pasajeras.

Decido complementar la visión con un 100 viejos amigos gaiteros y al volver el recital ha terminado. La conversación que sigue no tiene desperdicio pero creo que no tengo derecho a empañarla con mi vago recuerdo (espero que Belén nos ayude en este tema), pero tras una demostración de la genialidad escondida detrás de la voz y una invitación a dos copas, nos marchamos y continuamos cada uno por nuestro camino con un amigo y una invitación.

He decidido que no voy a extenderme con los acontecimientos que siguieron a ese momento pero digamos que no estuvo mal, me dejé llevar por el ritmo lagunero e intenté escribir un capítulo que mereciese la pena y esta noche decidimos acercarnos a la teteríaTuareg” (altamente recomendada) con la idea de disfrutar íntegramente del recital del señor David Amador. El espectáculo es brutal. No existen palabras, el azar nos presentó y sin saberlo me ha regalado momentos inconmensurables de los cuales (con todo el respeto al señor Pololo, el cuál entiende de virtudes y verdades) espero tener un recuerdo que perdure con los años.

Tan solo puedo concluir agradeciendo al destino, la suerte o el demiurgo que me empujase al descubrimiento de ese monstruo de la simpatía y la canción que el caballero y su grupo “Ni un pelo de tonto” conforman, y a la en ocasiones sublime compañía de mi inseparable amiga. Espero que esta sea la primera de numerosas citas en varios aspectos; ojalá la mitad de las noches fuesen la mitad de buenas.

1 comentario:

  1. En ocasiones sublime? siempre sublime!!! Jajaja. Ainssss, qué noches! En Londrés va a ser el locurón padre!

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